miércoles, 18 de enero de 2017

CUBA: UNA FINAL INÉDITA



Tigres-Alazanes:

* Una vez más el Cocodrilo “perdió la cola llegando a la orilla”, pese a contar con una verdadera selección nacional vestida con el uniforme de Matanzas

Por Juan E. Batista Cruz

Las Tunas, Cuba.- en un verdadero derroche de entrega, de amor a la camiseta y de recuperación sicológica, los Alazanes de Granma hundieron a los Cocodrilos en su propio pantano y, desde este miércoles, protagonizarán una final inédita en la historia de la pelota revolucionaria frente a los Tigres de Ciego de Ávila, vigentes campeones.

Después de perder los choques cuarto y quinto en su cuartel general del estadio Mártires de Barbados, de Bayamo, el último matizado por siete errores de su defensa, los discípulos de Carlos Martí, contra la pared y descartados por la mayoría de especialistas y aficionados, se levantaron como titanes en un escenario totalmente adverso, para lograr la hazaña.

Es una realidad que los Tigres de Róger Machado son favoritos para conseguir su tercera corona consecutiva, pero no tendrán una tarea cómoda, no podrán confiarse ante un equipo como el de los Alazanes, reforzado convenientemente, conducido de manera sabia por un técnico como Carlos Martí, ejemplo ante sus discípulos e inspirados luego de concretar la mejor actuación de su historia.

Esperemos a ver qué pasa en este enfrentamiento, el cual acaparará la atención de todo el país, desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio, donde de igual manera se comenta ¿qué pasó con el trabuco armado por Víctor Mesa para representar a Matanzas?

Los criterios son disímiles, tanto de los aficionados, como de mis colegas de la crónica deportiva. Acostumbro a ser muy respetuoso con las opiniones basadas en los correspondientes análisis personales, pero quiero exponer mis argumentos, luego de estudiar lo que ha pasado en Matanzas desde la llegada de Víctor Mesa a quien admiré mucho por su extraordinaria calidad cuando era pelotero.

Comienzo por señalar que la provincia matancera fue, desde la aparición del béisbol en Cuba, la principal cantera de talentos que brillaron con luz propia al más alto nivel de calidad en los diamantes locales y de allende los mares, desde el cardenense radicado en La Habana, Esteban Belián, primer latino en jugar en Grandes Ligas, pasando por Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez, Orestes Miñoso y muchos más, hasta los hermanos Sánchez, Félix Isasi, Rigoberto Rosique y Tomás Soto, ya dentro de la pelota revolucionaria.

Ahora, no puede negarse que desde finales de la década del 90 del pasado siglo se produjo un alarmante descenso de la calidad del béisbol en ese territorio. Es evidente que se descuidó el trabajo desde la base y los yumurinos se hundieron en las últimas posiciones de la Serie Nacional.

Cuando Víctor Mesa decidió ir a trabajar a Matanzas encontró algunos jugadores talentosos como Guillermo Heredia, José Miguel Fernández, Yurisbel Gracial, Yadier Duke, Ariel Sánchez, Yadiel Hernández, Lázaro Herrera y lanzadores de la talla de Jorge Martínez, Joel Suárez y Yoani Yera, entre otros.

Fue de mucho mérito el trabajo de Mesa en el logro de la cohesión de aquel equipo, al cual le inyectó el espíritu de victoria, lo que hizo posible un salto espectacular hasta la mitad de la tabla de posiciones. Los matanceros decidieron regresar a su estadio, apoyar los nuevos aires que se respiraban. Renacieron las esperanzas de recuperar la tradición y fuerza de su pelota.

La mejoría de los resultados aumentó de manera notable, mas comenzó la búsqueda de peloteros con resultados, procedentes de otras provincias. Se reforzó la nómina y, cuando por razones de diferente índole, incluída la marcha de jugadores para probarse en los circuitos profesionales, hubo un incremento en la “importación” que, a la postre provocó que los Cocodrilos se convirtieran en una verdadera selección de todo el país.

Desde mi punto de vista esta práctica le ha hecho un considerable daño al béisbol en Matanzas. Creo que el momento lo que necesitaba era arreciar el trabajo con los talentos de la provincia, buscar en las filas juveniles y preparar a quienes fortalecieran, a corto o mediano plazo, el equipo de la Serie Nacional.

Opino sinceramente que se hizo lo más fácil, buscar peloteros ya experimentados de otros territorios a quienes se les crearon las condiciones para que se trasladaran a Matanzas, con lo cual se armó un fuerte conjunto, pero en detrimento de los talentos locales que, por demás, presentan resultados encomiables en todas las categorías inferiores, incluida la selección del torneo nacional sub-23.

¿De qué sirve a los noveles peloteros matanceros destacarse en los torneos cubanos infantiles, escolares, de cadetes, juveniles o el sub-23? Pienso yo y me parece es una verdad como un templo: De nada. Si alguno consigue ser incluido en la nómina de los Cocodrilos, cuando más participa en uno o dos innings de poquísimos juegos y va al cajón de bateo seis o siete veces en una temporada.

Por eso y repito, con todo respeto, no puedo entender que se hable del trabajo de Víctor Mesa con el béisbol en Matanzas. Los resultados en las categorías inferiores, que como he señalado son buenos, son el producto del trabajo de los entrenadores en la base. ¿A cuántos jugadores ha formado o mejorado su director en estos años? Aníbal Medina es un excelente camarero y buen bateador desde que era juvenil, Jefferson Delgado, ya era un pilar ofensivo con problemas a la defensa que, por cierto, se mantienen y lo mismo sucede con Yurisbel Gracial, para poner solo estos ejemplos.

Y me pregunto ¿Yordanis Samón era un bateador mediocre cuando estaba en su provincia Granma y en Matanzas  lo convirtieron en un portento? Todo el mundo sabe que el muchacho de El Dorado, lleva casi una década dando “palos de todos los colores” en la Serie Nacional.


No es un secreto para nadie en este país que Jónder Martínez, llegó desde Artemisa como toda una estrella del box, varias veces integrante del Cuba a los principales eventos internacionales. Entonces, ¿cuál es el trabajo realizado por Víctor Mesa y su colectivo en beneficio del béisbol de Matanzas?

De verdad, me niego a entender que en un análisis a fondo de esta realidad no se llegue a la conclusión de que, si Mesa deja de dirigir en Matanzas y algunos de los “importados” decide regresar al terruño o a emigrar hacia otra provincia, la tierra yumurina verá como sus representantes vuelven a los últimos lugares. Y no porque su mánager actual no esté, sino porque levantaron su desempeño con “extranjeros” y no fueron capaces de desarrollar a sus talentos más jóvenes.

Es cierto que el “trabuco” que representó a la tierra del San Juan y el Yumurí arrasó en la fase clasificatoria de 16 conjuntos en la cual mostraba una superioridad abismal, ya en la lid de seis novenas implantó un récord de 70 triunfos, pero sufrió sus primeros tropiezos, hasta el descalabro absoluto en la semifinal frente a Granma.

Desde la selección de los últimos tres refuerzos, me pareció que Víctor escogió mal, cuando no se hizo de un torpedero natural e insistió con improvisar con Yurisbel Gracial en el campo corto. Ya en la semifinal, le dio la espalda a su mejor lanzador, Yoani Yera, de 13 victorias y líder en ponches, cuando la lógica indicaba que en serie de siete choques, debía de buscarse no solo el éxito inicial, sino la posibilidad de utilizarlo tres veces.

Después, en el tercer choque, primero en Granma, aunque no salió en su forma habitual, no confió en Yera, lo quitó demasiado rápido y luego se produjo la debacle de los relevistas. Puso al zurdo nuevamente en el séptimo y decisivo pleito, en el que durante tres innings se batió en duelo con Lázaro Blanco, pero cuando le dieron el primer indiscutible en el cuarto y se complicó, no le dio oportunidad a que se autorelevara como había hecho varias veces durante toda la temporada. Lo que pasó a partir de ese momento es harto conocido: opino que se precipitó en quitar a sus dos mejores taponeros, Liván Moinello y Frank Luis Medina para provocar un interminable desfile de más de 20 tiradores, de ellos solo tres matanceros.     


Yo sé que la polémica está en pleno apogeo, que habrá quienes estén en desacuerdo, pero he querido que se conozca mi opinión de periodista jubilado, pero no retirado, apoyado en los conocimientos adquiridos en medio siglo de ejercicio de la profesión, ligado al deporte en general y al béisbol en particular. La mesa está servida.

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