viernes, 25 de mayo de 2018


La posible última entrevista a Fidel Linares (I)

Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga

A Panchita, Omar y Juan Carlos.

   
Esta entrevista se realizó el 29 de agosto de 1999 en el portal de su antigua casa sanjuanera. A pesar de su quebrantada salud, en aquel instante nada indicaba que lo perderíamos definitivamente el 9 de noviembre del mismo año, dos meses y nueve días después, ni que el día 10 acudiríamos a su sepelio junto al pueblo de San Juan y Martínez.

   La versión que sigue contempla aquella entrevista y algunos otros instantes que la vida me deparó junto al fundador de los Linares de Pinar del Río, Cuba y el mundo. Ha permanecido inédita por casi dos décadas. Para la reedición de El Niño Linares, pienso que llegó el momento:

   ¿Cuándo y dónde naciste?

   El 24 de abril de 1931. Tengo 68 años. Nací aquí en el municipio de San Juan y Martínez, en Galafre, cuando aquello no había Maternidad ni nada de eso. Siempre digo que fue en el municipio de San Juan, pero exactamente fue en Galafre. A los siete u ocho años nos fuimos para la finca “La Recompensa”.

   ¿Peloteros en tu familia?

   No, peloteros como tal no; el viejo mío decía que jugaba pelota y eso, porque todos los cubanos hemos jugado pelota. Yo tenía pocos tíos. Por parte de madre uno solo y no jugaba pelota y por el otro lado tampoco. Jugaban un día u otro, pero peloteros, no. Los muchachos salieron a mí, que era el que jugaba pelota.

   Cuando los Panamericanos de Winnipeg 1999 estabas enfermo…

   Sí, yo estaba en el CIMEQ. Allí había un televisor y el director nos puso un teléfono. Omar me llamaba y hablaba conmigo desde allá.

   Tu tocayo fue a verte.

   Sí, fue por la mañana, no, más bien serían las dos de la tarde. Me preguntó por mi salud, por la familia, por Omar, por Juan Carlos, por mi señora. Yo le dije que estaban bien, que se quedaban en la Villa Panamericana. Me preguntó si había televisor y qué programas veía, sobre algunos asuntos políticos también. Estuvo un buen rato, después se fue.

   Vas poco al estadio.

   Sí, algunas veces, sobre todo los domingos, es que siempre me acostumbré a dedicar el domingo a la pelota, desde que comencé a jugar.

   ¿Cuándo comenzó tu carrera?

   Yo jugaba ya con seis o siete años. El problema es que jugábamos desde chiquitos con pelotas de trapo, detrás de nosotros las matas de mangos y bateábamos piedras en el río. A jugar fuerte es otra cosa, desde antes del triunfo de la Revolución. Primero jugué juvenil allá con los muchachos, pero sin organización. Después fue con la asociación de Juan Antonio Camejo, que aunque era de Pinar del Río, tenía una  novena por aquí. Camejo pasaba por todos los equipos y nosotros jugábamos. Jugué con EL GACHO, con LA TERESITA...

   Camejo era promotor deportivo.

   Así empecé a jugar yo, hasta que lo hice con EL GACHO y LA TERESITA. Con EL GACHO me destaqué bastante, pero en mi opinión fui mejor con LA TERESITA, donde teníamos a Chico Walter, a José Antonio García, Tito Campos, yo y otros. Eso fue cuando la famosa rivalidad entre el ABC y SAN LUIS, cuando pitcheaba Pedrito Ramos.



   ¿Le bateabas bien?

   Sí, le daba bien a Pedrito, que después se destacó mucho con el CIENFUEGOS y en las Grandes Ligas, era un tremendo lanzador. Pasaban cosas del carajo. 

Recuerdo que jugábamos un choque donde nos hicieron una jugada de bateo y corrido -había mucha rivalidad- y se nos dio algo digno de una anécdota. Estaba Maqueira en primera y dieron un batazo por allá por el left field. No estaba claro si era foul o buena bola, fue muy pegada a la raya de cal.

 Resulta que cuando Maqueira va llegando a tercera, Silvio Duarte le dice: --Oye negro feo, tú no estás mirando que eso es foul, vira para atrás, que eso es foul... --Entonces Maqueira viró antes de llegar a home y lo cogimos out. Ganamos una por cero. Cuando se acabó el juego estaba rabioso, no sabía cómo le había pasado aquello.

   ¿A quiénes recuerdas de las Minas de Matahambre?

   Las MINAS DE MATAHAMBRE tenía tremendo equipo. Recuerdo muy bien a Nené Martínez, Iso (El Clavo) Osaba, René Melo, Pedro (San Juan) Lazo, José Manuel (El Niño) Cortina, y muchos más. René era un bateador del carajo, daba tremendos batazos por el left field. También recuerdo a Benigno (Barrilito) Olivero, un excelente fildeador en la primera almohadilla.

   ¿Llegaste veterano a las Series Nacionales?

   Con 31 años. Ya había jugado en la Liga Pedro Betancourt. Allí estuvieron algunos pinareños como Graverán, otro de apellido Carballo, Tomás (Capita) Martínez, un pitcher de Puerto Esperanza y otros que jugaron en aquella Liga, donde se destacaron Quilla Valdés, Mongo Peláez, Orestes Miñoso, Tony Taylor, Roberto Mesa y tantos más. 

Dicen que Quilla fue buenísimo, pero no lo vi jugar. Yo jugué aquel año, después vino el triunfo de la Revolución y vinimos para acá. Entonces me metí en el ejército y jugué con el REGIMIENTO; ahí estuve en distintos equipos. 

Con el Ejército me seleccionaron para jugar en la selección de la Región Occidental con el equipo PINAR DEL RÍO, entonces no había Series Nacionales todavía. La provincia tenía dos equipos: PINAR y VEGUEROS. Me pusieron con PINAR, que jugó catorce juegos y perdió los catorce. En 1962 fui fundador de las Series Nacionales con el OCCIDENTALES, a las órdenes de Fermín Guerra; quedamos campeones.

   ¿Con Felipito Álvarez?

   No, Felipe fue en 1964-1965. El problema es que ese año alguien le dijo a Gilberto Torres que Felipe era un tremendo short stop y lo pidió, entonces fue cuando jugó segunda base, en combinación con Tony González y resultó Novato del Año. 

Hizo el viaje con nosotros a Indonesia. Ese año el Mundial debía ser en Colombia, pero no dieron las visas, entonces mandaron el equipo a Indonesia, allí no se jugaba a la pelota, pero fuimos, ya teníamos el equipo hecho y dieron el viaje. 

Recuerdo que Felipe por poco se queda en Cuba, porque era la hora de salir y no había llegado. A la hora de cerrar los papeles se apareció diciendo que él pensaba que ya no había nada.

   Seguro que llegó peleando...

   Sí, Felipe siempre estaba peleando. Le dijeron que tenía que estar allí, que no importaba que no hubiera pelota. Eso fue en el 1965.
   A partir de 1967-1968 la gente se reía de nosotros.

   Una vez le ganamos un doble juego a INDUSTRIALES y fue un acontecimiento. Recogimos hasta a los que habían botado. Un juego lo ganó Emilio Salgado y el otro el zurdo Pedro Pérez. Salgado era un pelotero que lo mismo pitcheaba, que corría o bateaba. Hacía de todo. 

Muchas veces lo sacaban a batear de emergente. Era muy guapo, controvertido. Le gustaba ser medio loco, y era así. 

Una vez fue a una Serie Mundial con Pineda. Después vino para PINAR DEL RÍO, lo pusieron a pitchear contra INDUSTRIALES y les metió una a cero. A veces ganó hasta con el brazo malo. Fue tremendo.

   Nunca discutiste...

   Yo protestaba algunas veces, pero lo hacía bajito para que no me vieran. Una vez me puse a jugar, el ampaya era Alejandro Montesinos. Me tiraron una por el medio de home y me cantó strike, después vino otra igual y cantó bola. Entonces dije bajito, para mí mismo, aunque me oyó: --Este hombre es malo de verdad, primero me canta una cosa y después otra con el mismo lanzamiento. --Entonces me dijo que tuviera cuidado, pero como lo dije sin mirar para él, no podía hacer nada. Después le dije que era malo dos veces, porque me cantó un strike bola y una bola strike.

   Recuerdo que Alarcón peleaba duro y hasta ofendía a Ramón Hechavarría, su catcher, en voz alta, aunque no era contra el ampaya, que nada podía hacer. Le gritaba: --Hechavarría, mira que tú eres malo, por culpa tuya se equivoca el ampaya, catchea bien, coño… Alarcón era tremendo jodedor. Se ponía a hablar con los peloteros y decía: --Ya este me jodió, no estabas atendiendo al juego de pelota. Cuando el ampaya le decía algo, entonces ripostaba que estaba hablando consigo mismo.

   ¿Mejores compañeros?

   Ervin Walters. Nosotros salíamos al mediodía por Monte para arriba hasta el Parque Central. Siempre andábamos juntos, muy amigos. Fuimos los dos a los Centroamericanos de Kingston, Jamaica, en 1962.

   Parecerías un enano a su lado.

   Eso lo puedes asegurar, y eso que yo no soy chiquito. Ahora estuvimos invitados a Baltimore para el juego con los ORIOLES. Una vez el Comandante le dijo que no sabía por qué le decían gigante, si era del tamaño de él. Recuerdo que allá en Jamaica fue a batear contra PUERTO RICO, con tres hombres en bases y le metieron ponchao. Entonces le dije: --Walters, terminó tu carrera. –Él me miró con unos ojos grandísimos y se fue para el dugout. Allí se formó una bronca de madre con los que nos gritaban y ofendían. Nosotros nos pusimos allí, con los bates en la mano, aguantando a la gente. Aquello fue de madre.

   ¿Tu pitcher más difícil?

   Santiago Mederos (Changa). Tenía una curva del carajo. Para que tú veas, Alarcón era un señor pitcher, pero yo le bateaba bien.

   ¿A cuál le dabas mejor?

   A Orlando Figueredo. Un año le bateé de diez veces al bate, nueve hits. En una entrevista declaró que yo era su bateador más difícil. Conmigo fue bruto, porque cuando lucía mal con un lanzamiento lo repetía siempre y yo estaba preparado para eso.

(Continuará)

Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
Mayo de 2018.

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